Contamos con pruebas suficientes de que
cada vez tenemos menos contacto visual y de que, a medida que pasamos más
tiempo mirando una pantalla, tenemos menos tiempo para mirar a la gente a los
ojos; incluidas las personas a las que más queremos.
Casi todos nos hemos acostumbrado a
conversaciones en las que los dispositivos digitales interrumpen el contacto
visual: estamos hablando con un conocido cuya vista está puesta en una pantalla
mientras hablamos, una amiga interrumpe la conversación sin levantar los ojos
del mensaje que está escribiendo, o uno mismo asiente vagamente a lo que le
está contando su hija mientras lee un correo electrónico. Estas actitudes no
solo son lo que generaciones anteriores habrían considerado de mala educación,
sino que nos están impidiendo conectar de verdad con las personas que nos
rodean.
Entre el tiempo que tenemos la vista
puesta en el ordenador durante nuestra jornada laboral y el número de veces que
miramos nuestros móviles, es evidente que pasamos más tiempo que nunca pegados
a una pantalla.
Según varios estudios realizados sobre
este tema, una persona, como media, pasa más de cinco horas diarias utilizando
dispositivos digitales, aumentando este tiempo cuando en el trabajo se utiliza
el ordenador. A esto hay que añadirle las horas dedicadas a ver la TV (3-4
horas de media). Por otra parte, una persona suele comprobar su teléfono móvil
una media de 150 veces al día (cada seis minutos y medio).
En un artículo publicado en The Wall
Street Journal, "Just Look Me In The Eye Already"
(Mírame ya a los ojos) se comentaba el efecto que tiene el
uso de la tecnología en nuestro contacto visual y el gran coste que la
disminución de ese contacto visual durante las conversaciones puede suponer
para nuestras relaciones.
En una conversación normal, se suele
establecer contacto visual entre el 30 y el 60% del tiempo, pero la conexión
emocional surge cuando se hace contacto visual durante el 60-70%. Es decir,
cuanto menos se mira a los ojos, menos se conecta.
El hecho de que cada vez se hagan más
cosas simultáneas con los móviles (por ejemplo, mandar correos durante la cena)
y el aumento del teletrabajo (en el que la mayoría de las conversaciones se
mantienen por teléfono) han generalizado la experiencia de conversar con poco
contacto visual.
El contacto visual puede ser especialmente
importante en el mundo actual, con su atención constantemente dividida, y
transmite el sentimiento de que la persona con la que estamos nos importa.
Tomarse ese tiempo extra siempre que sea posible para tener una relación cara a
cara puede ser verdaderamente beneficioso.
"No se puede establecer un
verdadero contacto con una persona que está distraída", dice Daniel
Goleman, quien explica que no mirar a los ojos indica que estamos prestando
menos atención a las personas con las que estamos hablando.
La importancia del contacto visual en
las relaciones humanas, tanto en el trabajo como en cualquier otra situación,
no puede subestimarse. Es "la forma más intensa de comunicación no
verbal". Y según un estudio de la Universidad de Miami, más del 43%
de la atención que prestamos a alguien va dirigida a sus ojos y ésta desempeña un papel fundamental en el desarrollo de nuestras
relaciones emocionales.
No hay nada mejor para hacer ver a otra
persona que nos importa realmente que mirarla a los ojos mientras le hablamos.
Le deja claro que lo que te está diciendo nos interesa de verdad. Esto es
especialmente importante en las interacciones que establecemos con nuestros
hijos, y quizás suponga cambiar nuestros hábitos en casa si queremos mejorar la
escucha activa con nuestros hijos: cerrar el ordenador, guardar el móvil,
interrumpir la lista de cosas por hacer y dedicarles tiempo.
Como dice Goleman, transmitir de esta
forma la atención es crucial para desarrollar unas relaciones sólidas, ya sea
entre amigos, colegas o padres e hijos.
La disminución de los contactos visuales
se ha convertido en materia de preocupación para los padres. A muchos les
preocupa estar transmitiendo a sus hijos su propia obsesión de estar manejando
dispositivos mientras hablan y no mirar a los ojos.
Las vacaciones pueden ser un buen
momento para dejar la tecnología a un lado y comenzar a practicar la escucha
activa y el contacto visual.
Artículo de Kreadis con
información de
The Huffington Post - Carolyn Gregoire (2013) - Trad. de Mª L. Rodríguez
Tapia
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