Los
hombres y las mujeres utilizan distintas áreas y circuitos cerebrales para
almacenar y procesar la misma emoción. Cuando una emoción es muy intensa, las
mujeres pueden recordar los detalles más pequeños de sus primeras citas y sus
enfrentamientos mayores, mientras que los hombres apenas recuerdan que hayan
sucedido esas cosas.
Los
cerebros femenino y masculino procesan de diferentes maneras los estímulos,
oír, ver, sentir y juzgar lo que otros están sintiendo. Las mujeres expresan
mejor las emociones y recuerdan mejor los detalles de acontecimientos
emocionales.
Los
hombres, sin embargo, tienen dos veces y media más de espacio cerebral dedicado
a aspectos relacionados con la acción y la agresividad, al igual que al impulso
sexual y al miedo. Cuando una situación genera estrés y conflicto, se registra
más profundamente en zonas del cerebro femenino, mientras que los hombres puede
que lo olviden en un corto espacio de tiempo.
Con
respecto al nivel de inteligencia, varones y mujeres tienen el mismo nivel
promedio y, cuando llegan a la adolescencia, no hay diferencia en sus aptitudes
matemáticas y científicas. Pero en cuanto el estrógeno inunda el cerebro
femenino, las mujeres empiezan a concentrarse intensamente en sus emociones y
en la comunicación: hablar por teléfono y citarse con sus amigas en la calle
pasa a ser su prioridad número uno, pasando a un segundo plano el resto de
actividades importantes que tienen que realizar. Al mismo tiempo, a medida que
la testosterona invade el cerebro masculino (al igual que el estrógeno lo hizo
en el femenino), los muchachos se vuelven menos comunicativos y se obsesionan
por lograr hazañas a nivel físico. Ellas empiezan a perder interés en empeños
que requieran trabajo en solitario y menos relaciones con los demás, mientras
que ellos pueden fácilmente retirarse a solas a sus dormitorios para pasar
horas delante del ordenador con su videojuego favorito.
Las
niñas nacen interesadas en la expresión emocional, basándose en la mirada, el
contacto físico y las reacciones de las personas con las que se relacionan. Los
niños, sin embargo, prefieren investigar el entorno, tocar todo y ver cómo
funcionan las cosas.
Las
niñas pueden oír una gama más amplia de frecuencias y tonos de sonido de la voz
humana que los niños, por eso están más atentas a cómo se ha hecho un
comentario y detectar aspectos que los niños no son capaces de hacer con
respecto a la comunicación. Los niños son mucho más hábiles en temas de
orientación, se fijan en los caminos que recorren para llegar a un sitio, en
los botones que hay en un coche y para qué funciona cada uno.
Los
niños practican más los juegos físicos (de lucha, carreras, habilidades físicas)
en los cuales haya vencedores y vencidos. Las niñas suelen preferir juegos de
equipo, en los que todos participan, cooperativos, en los que suelen simular
actividades similares a las de una familia o grupo social, de cuidado o
actividades como la compra de artículos, etc. en las que pueden ir aprendiendo
sus habilidades de relación con el grupo.
Las
aptitudes sociales, verbales y la capacidad para relacionarse de las niñas se
desarrollan años antes que las de los chicos y por ello, sus estilos de comunicación
y formas de relacionarse son tan diferentes.
No
obstante, el hecho de que las niñas tengan más aptitudes sociales, empatía e
inteligencia emocional que los niños no significa que los cerebros de ellas no
tengan los circuitos adecuados para lograr todo lo que se proponen ni que no se
conviertan en unas tiranas con tal de conseguir sus propósitos. Su prioridad es
proteger la relación y hará lo imposible para conseguir sus propósitos sin que
por ello peligren sus relaciones y sufra el rechazo de ellas. Utilizará su
mejor surtido de habilidades -el lenguaje- para obtener lo que quiere sin
llegar al conflicto ni sacrificar la relación. Durante la adolescencia se
intensificarán todos los rasgos establecidos durante la niñez: comunicación,
relación social, deseo de aprobación y reconocimiento, captación de indicios
acerca de qué pensar o sentir, etc. En esta etapa la joven se vuelve
extremadamente comunicativa con sus amigas y forma unos grupos sociales muy
bien entablados para sentirse segura y protegida. También se sentirá más
poderosa, dotada siempre de la razón y ciega ante las consecuencias. La
agresividad también puede que represente un importante papel en esta etapa.
Durante
la pubertad, lo más importante en la vida de una adolescente es ser atractiva para
los chicos. Desarrollará la parte de sí misma que más la convierte en mujer: su
lucha por la comunicación, por formar lazos sociales y por cuidar de quienes
tienen alrededor. Si los padres entienden estos cambios biológicos que suceden
en los circuitos cerebrales de la adolescente, pueden apoyar la autoestima y el
bienestar de su hija durante esos años turbulentos.
Durante
esta época los circuitos específicamente femeninos se vuelven más sensibles a
los matices emocionales, tales como la aprobación y desaprobación, la
aceptación y el rechazo. Algunos días la confianza en sí misma es absoluta;
otros pende de un precario hilo. Esto dependerá del ciclo en el que se
encuentre. Áreas especialmente sensibles y afectadas por este aporte hormonal
son la memoria y el aprendizaje, las emociones y el control de los órganos del
cuerpo. Se agudiza el pensamiento crítico y se afina la capacidad de respuesta
emocional.
A
diferencia de las chicas que reaccionan más ante el estrés de las relaciones,
los chicos reaccionan más ante los desafíos a su autoridad. Una adolescente
necesita gustar y relacionarse socialmente, un chico necesita ser respetado y
ocupar un lugar elevado en la jerarquía masculina.
"La madre de Shana se quejaba de que no podía
lograr que su hija de quince años se concentrase en los estudios, ni siquiera
en conversaciones acerca de la escuela, tampoco podía ni soñar con que se
quedara en la mesa durante toda la cena, ni intentar mantener con ella la
mínima conversación mientras estaba pendiente del próximo mensaje de su amiga a
través del móvil. Sus notas no habían sido buenas y su comportamiento en la
escuela dejaba mucho que desear. A raiz de esto le prohibieron quedar con sus
amigas y le negaron el uso del ordenador y del móvil. La reacción de Shana al
verse apartada de sus amigas fue tan extrema que al final tuvieron que ceder
permitiéndole veinte minutos diarios de móvil para mantener la relación con sus
amigas."
Existe
una razón biológica para esta conducta: la adolescente, al establecer contacto por
medio de la charla se activan los centros del placer en su cerebro femenino. Si
se comparten secretos que tengan implicaciones románticas y sexuales, la
activación es aún mayor. El placer que se obtiene es enorme debido a un
grandioso flujo de dopamina y oxitocina, que constituye el mayor y más
voluminoso deleite neurológico que se puede obtener, aparte de un orgasmo. La
dopamina es la sustancia neuroquímica que estimula la motivación y los
circuitos del placer en el cerebro. En la pubertad, el estrógeno aumenta la
producción de dopamina y oxitocina en las adolescentes. La oxitocina es una
neurohormona que dispara la intimidad y es disparada por ésta. Cuando el
estrógeno se eleva, el cerebro de la muchacha es impulsado a fabricar todavía
más oxitocina y reforzar sus lazos sociales. Es por eso que su avidez de
intimidad sea muy elevada, la intimidad libera más oxitocina y se refuerza el
deseo de conectarse; al hacerlo se obtiene una sensación de placer y bienestar.
Este influjo de dopamina es comparable al que los adictos a la cocaína o la
heroína obtienen cuando se drogan. Este impulso en pos de la intimidad y la
relación y su posterior consecución tiene un efecto reductor del estrés. Esta
necesidad de relacionarse le ayudará a atravesar cambios sociales estresantes.
Por
otro lado, la mayoría de los chicos no comparte este deseo intenso de
comunicación verbal y por eso los intentos de intimidad verbal con sus iguales
varones pueden ser decepcionantes. Las chicas que esperan que sus amigos
charlen con ellas de la misma forma en que lo hacen sus amigas, se llevarán una
gran sorpresa. Las conversaciones telefónicas pueden mostrar penosos intervalos
mientras ella espera que él diga algo. A menudo, lo más que la muchacha puede
esperar es que se aun oyente atento. Quizá no se dé cuenta de que su amigo,
simplemente, está aburrido y desea volver a su videojuego. El aporte de
testosterona en el adolescente hace disminuir la conversación así como el
interés por el trato social, excepto cuando implica deportes o seguimiento
sexual.
Como
conclusión, podemos decir que el hecho de comprender nuestra biología innata,
nos permite planificar mejor nuestro futuro, mejorar nuestras relaciones y
forma de comunicarnos y comprender el porqué hombres y mujeres nos comportamos
de maneras tan distintas en momentos puntuales de nuestro desarrollo. También
nos ayudará en el curso de los diferentes cambios que acontecen a lo largo de
nuestra vida, y a efectuar ajustes en nuestro comportamiento que pueden ayudar
a una mejor relación.
Artículo escrito por Kreadis con información de: Louann Brizendine - "El
Cerebro Femenino"
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