jueves, 28 de enero de 2016

Aceptar la crítica como regalo

Es frecuente la dificultad para acoger críticas y consejos que se reciben por parte de otras personas, bien sea porque nos deja en una posición de inexperiencia o se percibe como un juicio a nuestra propia capacidad. Cuando el consejo viene de alguien cercano o un miembro de la familia, es más frecuente que las contestaciones que damos rechacen o le quiten valor a la crítica o sugerencia que recibimos.

En este sentido, evaluar la situación concreta e intentar leer desde qué lugar se hace el comentario (desde la genuina intención de ayuda, desde una posición de crítica destructiva…) hace la diferencia al momento de dar una respuesta verbal y emocional a estas situaciones. En algunas ocasiones, la sensación de intromisión por parte del otro tiene que ver con nuestra propia exigencia o inseguridades. Si podemos evitar sentirnos amenazados por eso que entendemos como crítica insistente y, en su lugar, aceptarla con paciencia y gratitud, nuestras vidas pueden transformarse. Profundicemos en ello…


Evaluar el contexto de la crítica nos ayuda a integrarla cuando hay muchos puntos ciegos dentro de nuestra propia visión de nosotros mismos. Muchas personas piensan que el mejor regalo que pueden hacer a otros es ofrecerles la visión y experiencia que arduamente han ganado a lo largo de su vida. Esto pasa a menudo en el entorno familiar. Por ello, cuando puede parecer que se ponen insistentes y “criticones”, es probable que estén tratando de hacer, con buena intención –aunque no siempre con la mejor actitud o elección de palabras- alguna o todas de las siguientes cosas:

1. Intentando ayudar de forma sincera o evitando que atravesemos por un posible desastre que en algún momento les quitó el sueño a ellos mismos.
2. Intentando dar sentido a sus propias situaciones valiéndose de nuestra experiencia como piedra de toque (es decir, como un punto de comparación para probar la exactitud o veracidad de su propia vivencia).
3. Intentando acercarse o conectar con nosotros desde su experiencia.

Sin embargo, como muchas veces tendemos a actuar defensivamente, con temor o vergüenza a estar equivocados, acusamos a la otra persona de no tener idea de lo que habla, de ser controladora, intrusiva o malintencionada; cuando en realidad su crítica corresponde a un gesto de amabilidad.

Aunque podemos sentirnos controlados o minusvalorados, en muy pocas ocasiones realmente están intentando controlarnos o hacer un comentario con malicia. Es cierto que muchas veces las palabras escogidas no facilitan la recepción del mensaje o no mitigan la sensación de intromisión, sin embargo, si somos capaces de hacer una pausa y ver que la intención original es positiva, acogemos el mensaje de forma menos defensiva.  

En muchas ocasiones las respuestas defensivas son una manera de cuidarnos y recuperarnos de nuestra propia frustración, dado que podemos sentirnos indefensos, inadecuados o impotentes de cara a alguna situación, asimismo porque como seres relacionales, nos importa agradar a los demás y en muchas ocasiones la aprobación de otros tiene un potente significado para nosotros.

El autor cuenta su propia experiencia:

Mi padre era una fuente inagotable de consejos. Me decía que podía ganar gran sabiduría a partir de sus propios años de experiencia, o incluso solucionar todos los problemas en mi vida.
Un día, tras haber repelido y aplastado otra de sus múltiples sugerencias, se enfurruñó y dijo “¿Sabes? He estado en este mundo mucho más tiempo que tú. He aprendido algunas cosas que te podrían ser de mucha ayuda”.
“Gracias papá” Le dije y, con tono jocoso, continué “Pero ¿sabes? Mañana tengo una comida de negocios con alguien incluso mayor que tú. Así que me aseguraré de obtener la primicia directamente de él”.
Disfruté de mi réplica inteligente. Pero pasarían años hasta que me diera cuenta que había respondido desde la debilidad, no desde la fortaleza. Con pobreza de espíritu, no con generosidad.
Intentemos ver desde un punto de vista diferente. A menudo recibir es un acto mayor de generosidad que dar.  El reto está en mantener el mismo espíritu de generosidad cuando recibimos consejos o críticas de otros. Quizá tengan una razón genuina para expresarnos aquello que nos comentan. Quizá inocentemente nos entregan su experiencia como un regalo, esperando que la recibamos y la veamos con esa misma intención, tenga o no el mismo valor para nosotros que supone para ellos.

Esto desde luego no significa que todo el mundo tenga un papel para opinar y decidir sobre nuestras vidas o decisiones, o que las intromisiones son siempre bienvenidas. Quiere decir que puede que nuestra necesidad de defendernos y sentirnos “más grandes” nos lleve a obviar la intención de cuidado y cercanía que pretende el otro. Sin duda, cojamos o no el consejo, aceptarlo con gratitud y paciencia nos enriquece a nosotros mismos y al otro.


Artículo original de Rob Asghar para Forbes: How to take criticism like a hero.

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