lunes, 30 de noviembre de 2015

El mundo de las emociones

Foto: Erika Thomson
Una de las habilidades consideradas esenciales dentro del desarrollo sano del individuo, tiene que ver con aquello que rodea el mundo emocional y la gestión de las emociones en la vida diaria. Hace poco, nos solicitaron para una de nuestras charlas, preparar un seminario para niños y adolescentes que tocase este aspecto: inteligencia emocional, reconocimiento y manejo de sentimientos, sensaciones, actitudes emocionales como la empatía y capacidad asertiva. Todos ellos constructos abstractos, difíciles de explicar, difíciles de medir.
Aunque a la mayoría nos sonarán estos temas, sorprende la frecuencia con la que nos resulta tremendamente difícil pararnos a analizar cómo funcionamos en este sentido.
En nuestro seminario de emociones, nos encontramos con el bloqueo que presentaban los niños y adolescentes al momento de reconocer las emociones que experimentaban o aquellas a las que estaban asociadas sus conductas. La mayoría de estos niños y adolescentes, como buen reflejo de nuestra sociedad actual, desconocía información básica en cuanto a las emociones y su funcionamiento. En este sentido, sorprende la diferencia entre la forma en la que cuidamos de nuestro cuerpo frente a los cuidados que proporcionamos a nuestra salud emocional.
La mayoría sabemos bien qué tenemos que hacer para cuidar de nuestro cuerpo a quién acudir si algo no funciona bien (un catarro, una fiebre, un dolor...). Sin embargo, no tantos sabemos cómo cuidar nuestra mente, ni dónde acudir si necesita algún ajuste. En muchos de los casos ocurre que no queremos ir porque no le damos la misma importancia que al cuerpo, o porque nos avergüenza reconocer que podríamos necesitar ayuda en este ámbito.
Foto: Lucy Nicholson
El conocimiento de las emociones es necesario para comprendernos, para ser conscientes del nivel de "salud emocional" que tenemos y, lo más importante, para poder poner remedio y realizar los ajustes necesarios cuando así lo necesitemos. Por esto, nos gustaría apuntar algunas ideas básicas en cuanto a las emociones.
La emoción surge cuando ocurre algo fuera (un gesto, una palabra, una acción, un olor) o dentro (un pensamiento, un recuerdo) que nos provoca una señal en una parte del cerebro. Además, todas las acciones que realizamos, absolutamente todas, las hacemos siempre en busca de una emoción. Las emociones son las que activan nuestro sistema nervioso y generan cambios en el cuerpo. En definitiva, las emociones no son ni más ni menos que el motor que todos llevamos dentro, representan nuestra energía.
Como estamos diseñados con mucho sentido común, las emociones nos sirven para dos cosas muy básicas e importantes para nuestra supervivencia:
ü  para defendernos del peligro
ü  para acercarnos a estímulos placenteros (comida, agua, juego, actividad sexual).
Además:
ü activan diversos sistemas del organismo: cerebrales, endocrinos, metabólicos, etc
ü  sirven como lenguaje para comunicarse. Se trata de un lenguaje básico que genera lazos emocionales, ayudándonos a conseguir éxito social.
ü  sirven también para almacenar y evocar memorias. Se recuerda mejor lo que se vivió intensamente, tanto lo bueno como lo malo.
Cuando hay activación emocional, ocurren cambios fisiológicos que conviene tener en cuenta. Por ejemplo, en el caso del miedo se activa la alerta por encontrarnos en situación de peligro.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo en este caso?
ü  Tenemos dos alternativas posible: huir o luchar.
ü  Se nos dilatarán las pupilas.
ü  Aumentará el flujo sanguínea
ü  También lo hará la frecuencia cardíaca
ü  La respiración se hará más rápida
ü  Se producirá sequedad en boca y garganta
ü  Aumentará la sudoración
ü  Se producirá una contracción de esfínteres
ü  Y también, como es lógico, habrá cambios en el sistema motor: huimos o luchamos.
Gracias a los últimos avances científicos, sabemos que las señales típicas de cada emoción afectan a regiones específicas del cerebro.
Por ejemplo, se ha comprobado que la amígdala responde ante el miedo. Vamos a ver qué ocurre con nuestro cuerpo ante una situación de peligro. Imaginad que vemos un oso: la señal, que entra por los ojos, va directa al cerebro. Las áreas que responden a este estímulo son, entre otras, la amígdala y la corteza prefrontal. Ambas reciben la señal, pero la amígdala es mucho más rápida que el córtex y activa los mecanismos que acabamos de enumerar. Cuando la información es procesada por el córtex, éste se da cuenta de que se trata de un oso de peluche, no de un oso de verdad. En este momento desaparece la emoción del miedo pero aún nos queda cierta inquietud. ¿Familiar esta sensación? Lo que ha ocurrido es que aún permanece la activación provocada por la amígdala. Su misión fue la de dar las órdenes necesarias para que se liberasen en nuestro cuerpo las sustancias químicas necesarias para poder huir o luchar.
Como hemos comentado anteriormente, las emociones coordinan nuestro comportamiento y nuestros estados fisiológicos en situaciones de supervivencia e interacciones placenteras. A pesar de que la mayoría de las veces somos conscientes de nuestro estado emocional, los mecanismos que lo provocan siguen sin conocerse en su totalidad. En un estudio realizado recientemente, se demostró que los estados emocionales están asociados con zonas específicas del cuerpo y que estas sensaciones podrían ser la base de nuestras experiencias emocionales conscientes.
En el cuadro se representan las zonas del cuerpo que "sienten" las emociones tales como la alegría, el enfado o la sorpresa.
La alegría se representaba con un cuerpo totalmente rojo o amarillo de la cabeza a los pies, la depresión con un cuerpo azul y negro. Casi todas las sensaciones implican la activación de la cabeza, mientras que el enfado y la alegría manifiestan activación en las extremidades (probablemente porque se asocian con la realización de acciones). La activación de sensaciones en la zona del estómago y tórax se encuentran principalmente en sentimientos relacionados con el asco, la ansiedad o la vergüenza.
Estas imágenes quizás nos permitan entender mejor las reacciones de nuestro cuerpo además de ayudarnos a reconocer las distintas emociones que experimentamos.
En siguientes posts iremos profundizando sobre este interesante tema.

Fuentes: "Bodily maps of emotions" -  Lauri Nummenmaaa,b,c,1, Enrico Glereana , Riitta Harib,1, and Jari K. Hietanend - Department of Biomedical Engineering and Computational Science and b Brain Research Unit, O. V. Lounasmaa Laboratory, School of Science, Aalto University,  Finland; c Turku PET Centre, University of Turku, Finland; and d Human Information Processing Laboratory, School of Social Sciences and Humanities, University of Tampere, Finland - Nov. 2013.



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