Foto: Carters News Agency |
Rasgos
como la pasión por el riesgo, la baja valoración de las consecuencias de sus
actos, el bajo grado de atención que ponen en lo que hacen, la poca credibilidad
que le dan a los consejos paternos, la continua trasgresión de límites, su enfoque
hacia la recompensa inmediata, su reducida visión a largo plazo, etc. son los
que caracterizan esta época del desarrollo.
Como continuación
de nuestro post "El cerebro adolescente - ¿cómo funciona?", y con el objeto de alcanzar una mayor comprensión desde esta óptica, nos gustaría
analizar la complejidad de estos rasgos que subyacen a los comportamientos que
tan bien representan a la adolescencia.
Foto: Jimmy Chin |
La
atracción por el peligro es uno de ellos. A todos nos gustan las experiencias
nuevas y excitantes pero nunca las valoraremos tanto como lo hicimos en la
adolescencia. En esta época el adolescente va en busca de sensaciones, de una
sacudida neuronal, y no es necesariamente una necesidad impulsiva. Aunque este
rasgo puede acarrear ciertos comportamientos peligrosos, también cuenta con
algunos aspectos positivos: la necesidad de conocer a gente nueva, por ejemplo,
puede ampliar su círculo de amistades lo que suele convertirlos en personas más
sanas, más felices, más seguras y más exitosas. Esta búsqueda de novedades
proporciona experiencias útiles y la inspiración necesaria para "sacarle
de casa" y explorar nuevas fronteras.
Quizás el
rasgo más característico de esta época sea la asunción de riesgos, entre 15 y
25 años. La mayoría de adicciones y abuso de alcohol comienza en este período.
Como ya hemos comentado, los adolescentes entre 14 y 17 años utilizan las
mismas estrategias cognitivas que los adultos, razonan y solucionan problemas igual
de bien y, al contrario del pensar popular, reconocen completamente el peligro
al que se enfrentan; lo que ocurre
es que la recompensa que esperan obtener es mucho más motivante y adquiere más
peso que el riesgo que corren. Si la decisión de afrontar un riesgo la tienen
que tomar cuando hay amigos alrededor, el riesgo que aceptará puede llegar a
ser el doble. Este comportamiento realmente no proviene de un pensamiento débil
sino a un mayor deseo de recompensa.
Foto: Sander Thomas |
La búsqueda
de novedades puede ser muy arriesgada en algunos casos, aunque esto también les
ayuda a encontrar su camino.
Cuestionar
las creencias paternas ayuda al adolescente a desarrollar sus propias opiniones
lo que confiere un sentido de identidad.
Unos cuantos
datos a nivel fisiológico, para comprender mejor estos comportamientos.:
Fisiológicamente
la adolescencia es un momento álgido en cuanto a la sensibilidad del cerebro a la
dopamina, un neurotransmisor que activa y dispara las áreas de recompensa y
ayuda en el aprendizaje de patrones y en la toma de decisiones. Esto explicaría
la rapidez con la que los adolescentes aprenden y su extraordinaria
receptividad a la recompensa.
La oxitocina
es otra gran protagonista, otra hormona neuronal que, entre otras funciones,
hace que las conexiones sociales se vivan como una gran recompensa. En esta
época los adolescentes prefieren la compañía de iguales más que en ningún otro
momento de la vida y sus cerebros reaccionan ante la exclusión de manera muy
similar a como lo harían si fuesen agredidos físicamente o les faltase comida.
Percibe el rechazo social como una amenaza para su existencia y, en cierto modo,
así podría ser.
Fomentar las
relaciones sociales con iguales es una inversión a futuro, vivirán la mayor
parte de sus futuro y prosperarán rodeados de iguales. De tal manera, conocer,
comprender y fomentar las relaciones con sus compañeros/as les facilitará el
camino y será parte importante en la consecución del éxito en la vida.
No obstante,
este enfoque adaptativo en cuanto a la adolescencia puede resultar ser un
argumento espinoso para aquellos padres lidiando con jóvenes conflictivos.
Resulta más tranquilizador considerar estos conflictos como signos de un
organismo que está aprendiendo a negociar con su entorno. Pero la selección
natural nos lleva al filo de momentos peligrosos en el adolescente que podrían
hacer pagar un caro peaje (drogas, alcohol, conducción temeraria,
delincuencia).
A
pesar de este panorama, los padres y adultos podemos ayudarles a evitar algunos
de los peores peligros y que tengan comportamientos más adecuados y menos
arriesgados.
Las últimas
investigaciones muestran que cuando los padres se involucran y guían a sus
hijos adolescentes con una supervisión ligera pero segura, manteniéndose al
tanto pero permitiéndoles tener su independencia, los adolescentes funcionan
mucho mejor.
De alguna
manera el adolescente reconoce que sus padres le pueden ofrecer pequeñas gotas
de sabiduría, no porque sean sus padres, sino porque provienen de su propia
lucha aprendiendo cómo funciona el mundo, que alguna vez afrontaron los mismos
problemas y puede que recuerden algunas pequeñas cosas que merezca la pena
tener en cuenta.
Foto: Van for Kurt - National Geographic |
Mientras
tanto, en momentos de duda, recomendamos inspirarse en una última distinción
del cerebro adolescente, la prolongada plasticidad de sus áreas que más tiempo
llevan en desarrollarse y más tardan en madurar.
Como comentábamos
antes, estas áreas son las últimas en recubrirse de mielina que mejora la
velocidad de transmisión de la información. Es importante tener en cuenta que
la velocidad se consigue a costa de la flexibilidad. Mientras el aumento de la
capa de mielina acelera el ancho de banda de los axones, también inhibe el
crecimiento de nuevas "ramas". Si estas nuevas conexiones no se
generan, luego será muy difícil hacerlo. Por eso este período es crucial para
el aprendizaje, el cableado se está actualizando a costa de una lentitud en el
recubrimiento de mielina de los axones.
Esto explica
ambas caras del comportamiento adolescente: torpeza y una notable capacidad de
adaptación. "Si nos acabásemos de hacer antes, seríamos más tontos".
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Cerebro y hormonas en la adolescencia
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Fuente: National Geographic - David Dobbs "The
new science of the teenage brain" (Oct. 2011)
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