sábado, 9 de diciembre de 2017

Un cuento de Navidad: “El invento navideño”


Llega la Navidad y los niños la esperan con ilusión, tanto por lo que representa de regalos y celebraciones como por la parte lúdica de vacaciones, mayor cercanía familiar y realización de actividades conjuntas.
Por el lado de los adultos, se suelen escuchar comentarios dispares al respecto: "Es la época que más me gusta del año, familia, regalos, buen rollo", "Llegó el stress, lo paso fatal, reuniones familiares en las que hay que pasárselo bien, compras a toda pastilla, gastos innecesarios, quiero que pase pronto".
El Observatorio Faros, plataforma de promoción de la salud del Hospital Sant Joan de Déu, ha publicado un cuento sobre este tema -El Invento Navideño-, que queremos rescatar para dar una perspectiva desde el niño sobre lo que espera de la Navidad.
"El Señor Eduard era un poderoso empresario de unos famosos grandes almacenes. En su afán por innovar y ganar aún más dinero del que ya tenía, comenzó a pensar qué nuevo producto podría vender esas navidades. Quería inventar algo nunca visto, algo que le permitiese llenar sus galerías de compradores.
Dedicaba horas a discurrir qué podría vender, pero no se le ocurría nada nuevo: ‐¿Un árbol de navidad de oro?... no, sería demasiado caro...‐ pensaba‐ ¿espumillón que alumbre en la oscuridad? ¿Un muñeco de nieve que cobre vida?... ¿Un Papá Noel que limpie la casa?
No cesaba de pensar y pensar hasta que un día, en plena noche mientras dormía, tuvo una revelación. Despertó sobresaltado y gritando de alegría:
‐¡Ya lo tengo! ¡Genial! ¡Por fin sé lo que me hará más rico esta navidad!‐ Entusiasmado se levantó de la cama de un salto, tomó su libreta de notas y comenzó a escribir y dibujar la idea que había tenido en su sueño para que no se le olvidase.
Era aún de noche, pero estaba tan eufórico que no podía dormir. En silencio para no despertar a sus hijos ni a su mujer, cogió su abrigo y su sombrero y se dirigió a sus grandes almacenes para comenzar a trabajar en su proyecto. Estaba muy alegre y entusiasmado.
A mediodía su invento ya estaba listo, sería todo un éxito, pensaba Eduard. Lo sacaría al mercado un par de semanas antes de la navidad.
Llamó a todos sus empleados y a su familia para presentarles con orgullo su nueva creación. Todos estaban muy intrigados.
Eduard había inventado un instrumento para que las personas no tuviesen que invertir tiempo en poner los adornos navideños. Accionando un simple botón, la máquina desplegaba el árbol, colocaba las bolas, el espumillón, las luces, la estrella de la cúspide y demás ornamentación típica. Así la gente no perdería el tiempo en esos asuntos navideños, pensaba el empresario.
Pero se dio cuenta que su invento fue todo un fracaso económico. La gente no compró ni uno. Eduard estaba muy triste, no comprendía en qué había fallado. Hasta entonces siempre habían tenido mucho éxito sus innovadores productos. Creía que su invento sería todo un éxito y sin embargo fue un verdadero desastre. Todo su esfuerzo y sus esperanzas habían sido en vano. Estaba demasiado triste, su familia nunca lo había visto así.
Ese día decidió irse a casa caminando, con paso melancólico y sereno. Cuando llegó, todos dormían menos su hija menor, Andrea, que esperaba cariñosa su llegada. Eduard abrió la puerta con sigilo para no despertar a los suyos, pero su pequeña corrió a sus brazos.
‐ Deberías estar dormida mi pequeña‐ dijo el empresario con gesto cansado.
‐ Papi ‐comenzó la pequeña‐ sé que estás muy triste y eso no me gusta. Tú eres el mejor empresario del mundo, tus invenciones son las mejores y todos los clientes quieren comprar en tu galería. Todos estamos muy orgullosos de ti.
‐ Ya lo sé, cariño, pero esta vez he fracasado‐ añadió Eduard.
‐ No es cierto, papá‐ contestó la pequeña‐ tu nuevo producto no ha gustado y el motivo es evidente.
‐ ¿Ah sí? ¿Cuál es? ‐preguntó el padre intrigado por conocer la respuesta de su hija.
‐ Muy sencillo, a las personas nos gusta colocar el árbol de navidad en compañía de nuestros seres queridos. Es una excusa para reunirnos, merendar y compartir momentos y recuerdos que perdurarán en nuestros corazones. Por lo que si una máquina nos los evitase, nos quitaría vida y felicidad. ¿Comprendes ahora, papi?
Eduard no tuvo palabras para responder a su pequeña. Se quedó más pensativo de lo que ya estaba. Acompañó a Andrea a su cuarto, la arropó y le dio un beso. Esa noche el empresario tampoco dormiría.
A primera hora de la mañana Eduard acudió raudo a sus grandes almacenes. Se deshizo por completo de todas las máquinas que había creado y colgó en la puerta el cartel de "cerrado". Compró el árbol de navidad más grande del mercado y se dirigió a la plaza del pueblo con él. Desde allí llamó a todos los vecinos, a sus empleados y por supuesto a su familia. La gente acudió extrañada ante tal llamada. El empresario pronto se vio rodeado entre la multitud. Todos le miraban y aguardaban en silencio a que Eduard hablase.
‐ Amigos, quiero daros las gracias por venir y quisiera deciros que me he equivocado. Quería ser aún más rico y el dinero me cegó. Pero gracias a un corazón tan puro y limpio de avaricia como el de una niña, pude comprender mi error. El dinero no lo es todo, pero la compañía de nuestros seres queridos si, y no lo podemos cambiar por nada, así que...

¡Pongamos todos juntos nuestro árbol navideño! ‐dijo finalmente el empresario.
Todos los ciudadanos que allí le acompañaban rieron y aplaudieron sus palabras. Juntos adornaron el gigantesco árbol Navideño que Eduard había puesto en la plaza. Compartieron unos momentos felices que quedarían grabados para siempre en sus recuerdos y en sus corazones.
Más allá de la importancia que los niños le dan al hecho de recibir regalos, la Navidad también representa para ellos recibir cariño y afecto, así como compartir momentos de ilusión con sus seres queridos.
La Navidad puede ser una gran ocasión que tenemos los adultos para demostrarles con medios afectivos y no solo materiales la importancia que tienen para nosotros. Es una oportunidad para que los niños afiancen su identidad, estima y valía. Según comenta Paulo Acero Rodríguez: "todas las culturas y las familias se establecen alrededor de rituales, los cuales generan identidad y pertenencia en el ser humano”.
Para ello, no es necesario realizar grandes montajes que nos pueden llevar a la saturación y agotamiento físico y mental, sin que esto nos lleve a conseguir los fantaseados resultados esperados. Algunos adultos se aferran a la Navidad como una fantasía que le proporcione la satisfacción que les permita escapar, aunque sea por unos días o unas horas, del desespero de vivir. Al igual que se adorna el árbol o el belén, hay personas que adornan su vida durante estos días, en la creencia de que alcanzará estos objetivos, apoyándose en una falsa plataforma.
En este sentido, recordamos unas palabras de Freud: "...quienes se ven obligados, por imperativo de la cultura, a ser mejores de lo que su naturaleza les permite, acaban por enfermar de neurosis, porque habrían sido más felices de haber podido comportarse, pensarse y vivir de una forma más acorde con su predisposición."
Los niños, como nos hace ver Andrea en el cuento, son unos verdaderos expertos en interpretar señales no verbales y captan con facilidad la realidad interna de los adultos que les rodean. Es por esto importante tanto que seamos coherentes con nuestros sentimientos, así como que sepamos dar importancia y prioridad en estas fechas a los aspectos verdaderamente "relevantes".
Los pequeños que viven la Navidad en familia fomentan el valor de la solidaridad, la seguridad y la unión... al igual que se fomenta la capacidad de socialización. “Un pequeño que tiene la oportunidad de tener afecto socializa mejor y es más seguro” (M. Ariza).

Descargar el cuento "El invento Navideño" - Faros Sant Joan de Déu

Fuentes:
-        D.V. Pérez Rumoroso - "El invento Navideño" - Faros Sant Joan de Déu. Los cuentos de la abuela.
-        B. Bettelheim - "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" (1975)
-        F. Ortiz - "Efectos de la Navidad"  (2010)

-        K.J. Sánchez - "Compartir la Navidad en familia estimula los valores en los niños" (2011) 

lunes, 7 de agosto de 2017

Volver a la rutina después del verano

Ya os hablamos en una publicación anterior acerca del estrés vacacional y, como os imaginaréis, tal y como este puede presentarse durante las vacaciones, también puede ocurrir algo similar con el fin de las mismas y la vuelta a la rutina.

Por ello, y porque sabemos que muchas veces se necesita un ‘empujoncillo’ extra en los niveles de motivación tras la vuelta de vacaciones, nos animamos a rescatar algunas claves para hacerla más positiva y placentera:

Paso a paso. Brindarte un pequeño período de adaptación hará de la transición más llevadera. No te zambullas directamente en la rutina… días antes de la vuelta a ésta, retoma horarios, hábitos y planificación. El cambio ha de ser gradual y este ha de incluir asimismo a toda la familia.


Prepara tu cuerpo. Hábitos saludables de alimentación y sueño, te ayudarán a volver a la carga con más energía. Mantente activo durante las vacaciones y a la vuelta de las mismas. Si las vacaciones han alterado tu forma de comer y dormir, evita las “medidas de choque”, ya que hacen la vuelta a la normalidad más rígida y menos llevadera.


Prepara tu mente. Las vacaciones no han de ser un escape, sino un paréntesis. Enfócate en los aspectos positivos del regreso, apóyate en tus aficiones y motivaciones.


Piensa a corto plazo. Piensa en las actividades que te motivan del día a día y los retos que éste plantea. Si echas de menos “lujos” de las vacaciones, busca la forma de incorporarlos haciendo pequeños cambios en tu rutina. En lugar de pensar en el próximo verano piensa en el fin de semana o en el cafetito que te tomas entre horas.


Dedica momentos al disfrute u ocio en tu rutina. No tienes que planificar escapadas todas las semanas, sin embargo, tal y como son necesarias las vacaciones como un espacio de ocio y pausa, también es importante tener estos momentos en la vida diaria. Volver a la rutina no significa abandonar todas las actividades gratificantes. Planifica un tiempo de ocio personal -bien se trate de 15 minutos o 2 horas-, descansos, actividades que te mantengan ilusionado y momentos para ti.


Un nuevo punto de partida. Concéntrate en aquellos proyectos vitales que te emocionan y motivan. Establece metas concretas, medibles, realistas y a corto plazo. Cuando descomponemos los “grandes” objetivos en metas a corto plazo, estos resultan más manejables, estimulantes y nos mantienen enfocados hacia nuevos logros. Cuando nos centramos únicamente en objetivos a largo plazo, podemos correr el riesgo de desmotivarnos. Planifica actividades dirigidas a la realización personal y profesional, esto aumenta la probabilidad de mantenerte constante en la búsqueda de tu propio bienestar.


Y, por último ¡olvida la cuenta atrás! Evita la cuenta regresiva hasta las próximas vacaciones, ten presente que los comienzos pueden ser duros, pero también motivadores. Si nos enfocamos en subir rápidamente hasta la cima de la montaña, nos agotamos rápidamente y ¡nos perdemos de las vistas y el paisaje! La vida está en el camino, disfruta del recorrido.


¡Bienvenidos de vuelta! 

domingo, 6 de agosto de 2017

5 Creencias que te alejan de tus sueños

Ya sabéis cómo nos gusta rescatar temas y reflexiones de las charlas Ted y, para este mes, nos apetecía algún apunte motivador que termine por dar un empujón a las energías después de las vacaciones.

En este caso nos hacemos eco de los apuntes de Bel Pesce, quien nos brinda con humor una pequeña pero gran reflexión en su conferencia para TedTalks “5 cosas que hemos de hacer si queremos acabar con nuestros sueños”. Se trata de 5 creencias erróneas que suelen alejarnos de cumplir aquellos objetivos que tanto anhelamos.

Aquí su conferencia:

“He dedicado los últimos dos años a entender cómo las personas cumplen sus sueños. Si pensamos en los sueños que tenemos y la huella que queremos dejar en el mundo, sorprende cómo a pesar de estos, terminamos teniendo tantos proyectos no realizados… Por eso hoy quiero hablaros de qué es eso que tenemos que hacer para asegurarnos de no cumplir nuestros sueños.

Primero, creer que el éxito es repentino. Os sonará esta historia: el tecnólogo que hace una aplicación móvil, la vende rápidamente y gana con ello mucho dinero. Puede que la historia sea real, pero os apuesto a que está incompleta. Si investigamos un poco más, probablemente sabremos que esa persona había creado 30 aplicaciones anteriores y tenía un doctorado en el tema. Había trabajado sobre ello durante años, de manera más o menos directa.

Creo que es muy interesante esta forma de pensar, ya que incluso me ha ocurrido a mí misma. En Brasil, mi país de origen, de alguna manera también se cree que mi éxito fue repentino. Provengo de una familia humilde y dos semanas antes de cumplirse el plazo para matricularse en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), empecé los trámites de solicitud de ingreso… Y ¡voilá! Entré. Puede pensarse que fue un éxito repentino, pero funcionó solo porque durante los 17 años previos, me tomé la vida y la educación muy en serio. El éxito ‘de la noche a la mañana’ siempre es producto de todo lo hecho en la vida hasta ese momento.

Segundo, creer que otros tienen las respuestas para uno mismo. Constantemente la gente quiere ayudar… Todo tipo de personas, familia, amigos, socios… todos opinan acerca del camino que consideran que debemos tomar. “Permíteme que te diga, deberías hacer esto”. Sin embargo, al analizarlo, vemos que a su vez hay otras alternativas y tenemos que tomar esas decisiones por nuestra cuenta. Nadie más tiene las respuestas perfectas para nuestra propia vida… y hay que seguir tomando esas decisiones. Los caminos son infinitos y encontraremos obstáculos, eso es parte del proceso.

Tercero, y esto es muy sutil pero también muy importante: Creer que debemos asentarnos cuando el éxito y el crecimiento están garantizados. Cuando te va bien, has reunido un gran equipo, los ingresos crecen y todo marcha sobre ruedas… “es hora de asentarse”. Esto es un error, ya que es precisamente en este momento en donde hemos de apuntar hacia un pico más alto. No hay tiempo para asentarse. Os cuento mi experiencia: Cuando lancé mi primer libro, trabajé arduamente para distribuirlo en todo Brasil. Lo descargaron más de tres millones de personas y más de 50.000 personas compraron ejemplares en papel. Al escribir la secuela del libro, contaba con un impacto garantizado. Tenía la seguridad de que, incluso haciendo poco, se vendería bien. Pero ‘bien, nunca está bien’. Si estás creciendo hacia un pico, tienes que trabajar más que nunca y alcanzar otro pico. En mi caso, quizá de haber hecho poco con mi segundo libro, lo habrían leído un par de cientos de miles, y eso ya era importante. Pero trabajando como nunca antes, pude llevar ese número a millones. 

El cuarto consejo para arruinar tu sueño: Creer que la ‘culpa’ o responsabilidad es de alguien más. Todo el tiempo conozco gente que me dice “Tuve esta gran idea, pero no había inversores con la visión necesaria para invertir en ella”; “Creé este gran producto, pero el mercado estaba tan mal que las ventas no iban bien”; o, “No encuentro talentos, mi equipo no reúne las expectativas mínimas”. Si tenéis sueños, recordad, es vuestra responsabilidad hacerlos realidad. Sí, puede que se presenten muchos obstáculos, pero “si nadie invierte en nuestra idea”, “nadie compra nuestro producto”, seguro que la responsabilidad tiene que ver más con algo relacionado con nosotros mismos, con lo que hemos hecho o dejado de hacer, que con los demás. Uno tiene que soñar y hacer ese sueño una realidad. Y nadie logra sus metas solo, pero si no hacemos lo necesario por que suceda, la responsabilidad es propia y de nadie más. ¡Sed responsables de vuestros sueños!

Una última creencia común, y esta es también muy importante: Creer en que lo único que importa son los sueños en sí. Una vez vi un anuncio en donde había un grupo de amigos escalando una montaña… era una montaña muy alta y el proceso era arduo. Hicieron un gran esfuerzo hasta que finalmente llegaron a la cima. Como os imaginaréis, lo celebraron “¡Sí, lo conseguimos, estamos en la cima!” … Dos segundos después se miraron unos a otros hasta que uno de ellos dijo “Bueno… bajemos”.

Y es que la vida no tiene que ver con las metas en sí, estas son momentáneas. La vida no lo es, la vida es el viaje. Sí, debemos disfrutar del hecho de conseguir nuestras metas, pero se suele pensar en los sueños como algo que uno persigue y que, cuando se alcanzan, se llega a un lugar mágico en donde está garantizada la felicidad. La única manera de realmente cumplir los sueños es disfrutando cada paso del viaje. Esa es la mejor manera.

Y el viaje es simple… se compone de pasos. Algunos pasos serán acertados y otras veces tropezaremos. Si acertamos, hemos de celebrarlo, algunas personas esperan demasiado para permitirse celebrarlo. Y si tropezamos, transformemos eso en aprendizaje. Si cada paso se vuelve algo de lo que podamos aprender o celebrar, sin duda disfrutaremos del viaje.”

Esperamos que estos apuntes os sirvan para reflexionar acerca de las propias creencias en el camino hacia la consecución de vuestras metas y sueños. Y aún más… ¡Esperamos que podáis disfrutar del camino!.

Bel Pesce para TedTalks: 5 Ways to Kill your dreams
Traducción y adaptación de Kreadis

Artículos relacionados:

lunes, 31 de julio de 2017

Practicando la atención plena en vacaciones


"La plena atención es una forma de querer". D. Goleman
Contamos con pruebas suficientes de que cada vez tenemos menos contacto visual y de que, a medida que pasamos más tiempo mirando una pantalla, tenemos menos tiempo para mirar a la gente a los ojos; incluidas las personas a las que más queremos.
Casi todos nos hemos acostumbrado a conversaciones en las que los dispositivos digitales interrumpen el contacto visual: estamos hablando con un conocido cuya vista está puesta en una pantalla mientras hablamos, una amiga interrumpe la conversación sin levantar los ojos del mensaje que está escribiendo, o uno mismo asiente vagamente a lo que le está contando su hija mientras lee un correo electrónico. Estas actitudes no solo son lo que generaciones anteriores habrían considerado de mala educación, sino que nos están impidiendo conectar de verdad con las personas que nos rodean.
Entre el tiempo que tenemos la vista puesta en el ordenador durante nuestra jornada laboral y el número de veces que miramos nuestros móviles, es evidente que pasamos más tiempo que nunca pegados a una pantalla.
Según varios estudios realizados sobre este tema, una persona, como media, pasa más de cinco horas diarias utilizando dispositivos digitales, aumentando este tiempo cuando en el trabajo se utiliza el ordenador. A esto hay que añadirle las horas dedicadas a ver la TV (3-4 horas de media). Por otra parte, una persona suele comprobar su teléfono móvil una media de 150 veces al día (cada seis minutos y medio).
En un artículo publicado en The Wall Street Journal, "Just Look Me In The Eye Already" (Mírame ya a los ojos) se comentaba el efecto que tiene el uso de la tecnología en nuestro contacto visual y el gran coste que la disminución de ese contacto visual durante las conversaciones puede suponer para nuestras relaciones.
En una conversación normal, se suele establecer contacto visual entre el 30 y el 60% del tiempo, pero la conexión emocional surge cuando se hace contacto visual durante el 60-70%. Es decir, cuanto menos se mira a los ojos, menos se conecta.
El hecho de que cada vez se hagan más cosas simultáneas con los móviles (por ejemplo, mandar correos durante la cena) y el aumento del teletrabajo (en el que la mayoría de las conversaciones se mantienen por teléfono) han generalizado la experiencia de conversar con poco contacto visual.
El contacto visual puede ser especialmente importante en el mundo actual, con su atención constantemente dividida, y transmite el sentimiento de que la persona con la que estamos nos importa. Tomarse ese tiempo extra siempre que sea posible para tener una relación cara a cara puede ser verdaderamente beneficioso.
"No se puede establecer un verdadero contacto con una persona que está distraída", dice Daniel Goleman, quien explica que no mirar a los ojos indica que estamos prestando menos atención a las personas con las que estamos hablando.
La importancia del contacto visual en las relaciones humanas, tanto en el trabajo como en cualquier otra situación, no puede subestimarse. Es "la forma más intensa de comunicación no verbal". Y según un estudio de la Universidad de Miami, más del 43% de la atención que prestamos a alguien va dirigida a sus ojos y ésta desempeña un papel fundamental en el desarrollo de nuestras relaciones emocionales.
No hay nada mejor para hacer ver a otra persona que nos importa realmente que mirarla a los ojos mientras le hablamos. Le deja claro que lo que te está diciendo nos interesa de verdad. Esto es especialmente importante en las interacciones que establecemos con nuestros hijos, y quizás suponga cambiar nuestros hábitos en casa si queremos mejorar la escucha activa con nuestros hijos: cerrar el ordenador, guardar el móvil, interrumpir la lista de cosas por hacer y dedicarles tiempo.
Como dice Goleman, transmitir de esta forma la atención es crucial para desarrollar unas relaciones sólidas, ya sea entre amigos, colegas o padres e hijos.
La disminución de los contactos visuales se ha convertido en materia de preocupación para los padres. A muchos les preocupa estar transmitiendo a sus hijos su propia obsesión de estar manejando dispositivos mientras hablan y no mirar a los ojos.
Las vacaciones pueden ser un buen momento para dejar la tecnología a un lado y comenzar a practicar la escucha activa y el contacto visual.
Artículo de Kreadis con información de

The Huffington Post -  Carolyn Gregoire (2013) - Trad. de Mª L. Rodríguez Tapia

domingo, 16 de julio de 2017

Estrés vacacional: Qué podemos hacer para prevenirlo

“¿Eso existe?” nos preguntaban hace poco, y aunque en general pensamos en el periodo vacacional como un espacio para liberarnos del estrés, descansar y disfrutar, para muchos las vacaciones pasan a ser todo lo contrario. En un mundo vertiginoso y ‘exigente’, son muchas las personas que tienen gran dificultad para ‘desconectar’ y el verano se traduce en un periodo en el que no es posible descargar las tensiones acumuladas, sino que paradójicamente, se convierte en un factor que potencia la sensación de sobrecarga y angustia.

Cada vez es más frecuente encontrar personas a las que les cuesta mucho ‘tomarse una pausa’, por lo que la época de descanso se convierte en un momento difícil de gestionar que puede generar inquietud y malestar. Acostumbrados a un ritmo de vida y trabajo, a rutinas establecidas e intercambios previstos, son muchos los que sufren ante un periodo que viven como la pérdida de un marco de seguridad: la rutina y su identidad profesional.

Situaciones como dedicar más tiempo a relaciones familiares y sociales, organizar los viajes y el tiempo vacacional, la dependencia del trabajo o, incluso, cambios de residencia que se reservan para estas fechas, suelen ser algunos de los factores que desencadenan mayor sensación de estrés. En otras ocasiones, periodos sostenidos de tensiones o sobrecarga emocional que son enmascarados y soslayados por la rutina, aparecen repentinamente cuando nos introducimos en la pausa, lo que aflora ciertos malestares que pueden haber estado presentes durante muchos meses.

Asimismo, las expectativas que se establecen en cuanto a las vacaciones y la manera en la que empleamos nuestro tiempo durante las mismas, también pueden generar estrés cuando estas son muy altas o poco realistas. En este sentido, es deseable mantener unas expectativas equilibradas que puedan ajustarse a ritmos realistas, así como al ritmo de aquellos con los que compartimos el periodo de vacaciones. Por ejemplo, hace poco una pareja nos comentaba durante su sesión, que planeaban visitar junto con sus 2 hijos -de 5 y 7 años- 3 países europeos distintos durante su semana de vacaciones. Querían “aprovechar al máximo el tiempo libre” sin tener en cuenta que dicha planificación podría conllevar a un mínimo descanso de la familia y, por ende, mayor sensación de sobrecarga y cansancio. De alguna manera, el ritmo de trabajo usual se trasladaba así al espacio vacacional.

Cuando las vacaciones se idealizan, suelen generar en muchos casos sentimientos de frustración. Además de esto, al cambiar los esquemas de la convivencia familiar, muchas veces se cae en conflictos continuos en este contexto. Así, la ruptura de la rutina puede traer consigo decaimiento y ansiedad.

En líneas generales, estas son algunas de las circunstancias que suelen desencadenar estrés vacacional:

-Dificultades en la gestión del tiempo: Es frecuente la sensación de desorientación o “falta de productividad” en aquellos acostumbrados a ritmos vertiginosos de trabajo, así como a “no saber qué hacer con tanto tiempo libre”. En respuesta a esto, puede caerse en el error de intentar pautar itinerarios intensos, cargados de actividades, o establecer grandes demandas en el espacio temporal disponible, lo que redunda en mayor sensación de sobrecarga y tensión.

-Dificultad para desconectar del trabajo: Esto es especialmente frecuente en personas cuya identidad profesional alimenta en gran medida su identidad global, así como en aquellos con cargos de responsabilidad. En dichos casos, se suele aumentar el uso de dispositivos tecnológicos para mantenerse al tanto de los temas relacionados con el trabajo, de manera que no se hace una pausa plena en cuanto al mismo.

-Dificultad para adaptar la rutina: En estos casos se puede caer en intentar llevar una planificación o bien muy rígida o muy laxa que genera mayor estrés.

-Conflictos familiares: Durante las vacaciones, es mayor el tiempo disponible para compartir con la pareja, hijos, padres, hermanos… lo que en ocasiones representa un aumento de las discusiones a nivel familiar. En algunos casos, los conflictos ocultos tras la rutina salen a la luz durante las vacaciones, ya que se perciben temas que quedan disimulados por el ritmo de trabajo y las obligaciones en general. Gestionar las relaciones familiares durante el verano no suele ser sencillo. Por ejemplo, son frecuentes las diferencias de opiniones en cuanto a los planes, destinos, formas de usar el tiempo… entre los miembros de la familia, así como cambios en cuanto a las dinámicas de la familia y pareja.

El estrés vacacional no necesariamente representa episodios angustiosos o de gran intensidad emocional, a veces se manifiesta a través de signos más sutiles en el contexto de las dinámicas familiares, en el plano físico (malestares digestivos, cansancio, dolores de cabeza), dificultad para conciliar el sueño o irritabilidad.

Algunas de las claves para prevenir el estrés en vacaciones son:

1. Establecer objetivos equilibrados y realistas a cumplir durante el periodo de vacaciones, dejando un margen para imprevistos. Toda planificación debe incluir un espacio de flexibilidad que de respuesta ante las situaciones novedosas o que no han sido consideradas previamente. Es útil hacer una lista de tareas, de esta forma evitamos los pensamientos recurrentes de “Tengo que…”.

2. Programar las tareas de “gran envergadura” con antelación. Hay temas que nos generan ansiedad y desde esa sensación se postergan. Es necesario saber priorizar para planificar de manera que podamos disfrutar verdaderamente de nuestro tiempo.

3. Siempre que sea posible, es recomendable distribuir las vacaciones en diferentes etapas, dado que el estrés vacacional (y post-vacacional) suele aumentar en periodos largos de descanso.

4. Hacer una verdadera pausa laboral. No significa olvidarnos hasta de en qué trabajamos… todo cerrado, de forma que el trabajo se eterniza. Saber delegar y establecer límites y objetivos resulta imprescindible y fundamental.
significa poner límites a las obligaciones laborales y respetarlos, de forma que estas no se apropien de todo nuestro tiempo, en especial el que ha de estar dedicado al descanso y disfrute. Muchas veces nos enfrascamos en acabar con las “tareas pendientes” antes de empezar las vacaciones, intentando dejarlo

5. Regular el uso de nuevas tecnologías y dedicar tiempo a actividades placenteras. Es necesario promover actividades que conlleven a un descanso real: físico, mental y emocional.

6. Mantener hábitos saludables, integrando los cambios que supone el periodo vacacional. Es recomendable mantenerse activo y establecer ritmos saludables en cuanto a sueño, deporte y alimentación. Tanto las horas que dedicamos a dormir, como la clase de alimentación que llevamos afecta nuestro estado de ánimo, por lo que una rutina de actividad y alimentación equilibrada disminuyen los niveles de estrés y ansiedad.

7. Planear el regreso de vacaciones. Es aconsejable que los últimos días se mantenga una rutina normalizada, que permita el retorno y adaptación gradual al ritmo habitual de trabajo.

Aunque es difícil garantizar que el periodo vacacional no genere ansiedad o se produzcan conflictos durante el mismo, podemos poner en práctica algunas pautas para prevenir el estrés y disfrutar verdaderamente del descanso. Las pausas son parte necesaria del trabajo, por lo que hemos de aprovecharlas para que estas potencien verdaderamente nuestro bienestar emocional.

¡Felices vacaciones!


jueves, 3 de noviembre de 2016

Banalidad del mal: reflexiones XV Congreso Internacional Grupo, Psicoterapia y Psicoanálisis


Hace poco tuvimos la ocasión de participar en el XV Congreso Internacional de Grupo, Psicoterapia y Psicoanálisis de SEGPA (Sociedad Española para el Desarrollo del Grupo, la Psicoterapia y el Psicoanálisis) en donde trabajamos aspectos relacionados con la banalidad del mal. Este tema, amplio y con diversos matices y aristas, abrió una buena oportunidad para reflexionar sobre temas como el bien y el mal, la violencia, la agresividad, y aspectos de nuestro comportamiento como sociedad en relación con dichos tópicos.
A partir de esto, nos gustaría ampliar algunas de las reflexiones allí expuestas. A lo largo de las diversas ponencias y debates, surgen preguntas tales como la manera en la que se canaliza el mal, así como el papel que jugamos como sociedad en este sentido. Es precisamente el "mal incorporado en lo cotidiano" el que más nos afecta, aún sin notarlo.
El mundo está cambiando y con él la manera en que afrontamos y categorizamos los problemas. La sociedad actual tiende hacia el enmascaramiento de "lo negativo", negando un polo indisociable de la vida, de aquello que nos hace ser humanos. Un ejemplo de ello, puede ser la forma en la que escogemos expresar "lo negativo", disfrazándolo: "No hay bajadas de sueldos sino ajustes, no estamos en crisis sino en etapa de transición...".
¿A qué refiere este mal cotidiano? No es fácil imaginarse el mal desde la dimensión de la banalidad. Podemos entenderlo como la crueldad de lo ínfimo, como la insignificancia inicial que se multiplica y da lugar a daños mayores, como la convivencia frívola con crueldades cotidianas que anestesian. Esto no significa necesariamente "maldad", ya que este es un término atribuido al ser humano que indica ausencia de moral o afecto por el entorno. Quien puede ejercer el mal cotidiano son personas "normales y corrientes" con una -mejor o peor- conciencia de la moral y la ética, de lo que es el "bien" y el "mal".
Como apuntaba N. Caparrós, la banalidad del mal requiere de un atento análisis para detectarla. Un análisis que sortee los acostumbrados equívocos y veladuras tras las que intenta pasar silenciosa y desapercibida. Es decir, este "mal cotidiano" es difícil de detectar dado que jugamos en él un triple papel de actor, receptor y espectador. Muchas veces ese mal banal se traduce en el lugar en el que el otro desaparece y no se detecta como semejante, para así no ver la parte inquietante de la realidad y las consecuencias que genera en el otro.
En esta línea, I. Sanfeliu hace un pequeño apunte sociológico con respecto al tema: Quizá no es tanto que los escenarios bélicos se multipliquen, como el hecho de tener incesantemente noticias actualizadas desde paisajes dispersos por el globo, lo que transmite la sensación de vivir un mundo cada vez más encolerizado. Por otra parte sí es cierto que uno de los efectos de la globalización, es incrementar la diferencia en la distribución de riqueza y que este hecho pone en marcha procesos nutridos por el resentimiento y la desesperación.
Un tema actual que podemos citar como ejemplo de la banalidad del mal es el del fraude delas preferentes" en España, donde la "obediencia ciega" al sistema, cuando las consecuencias éticas no fueron puestas en juicio, causó un mal a otros que sólo se tuvo en cuenta cuando se hizo masivo, público y evidente. N. Caparrós refleja esta idea en cuanto a la obediencia ciega al sistema de la siguiente forma: El mero funcionalismo que convierte al mal en una cuestión subordinada carente de importancia al servicio de la tarea, da primacía a la eficacia, ignorando la ética. Algunos seres actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen; son funcionales al mismo, sin pararse a considerar la transcendencia de sus actos, dado que de alguna manera están relevados de hacerlo.
A este respecto, Zygmunt Bauman reflexiona acerca de lo que llama "ceguera moral" que, en su opinión, se está convirtiendo en una característica de nuestro tiempo. Este concepto denuncia la falta de sensibilidad ante el sufrimiento humano y el deterioro moral progresivo que se experimenta en la actualidad. Así, las obligaciones morales se flexibilizan, lo que genera una espiral que da permiso a hechos y a autores para causar daños a otros -sin consecuencias alineadas con tales hechos-.
Bauman coincide con Hannah Arendt, quien acuñó inicialmente el término de banalidad del mal, al considerar que cualquiera puede convertirse en verdugo para otra persona al negarle su subjetividad y dignidad. Éste es el aspecto en el que nos gustaría hacer énfasis. Como apuntaba G. Bibeau el bien está acompañado de la negrura del mal, como tantos pares antitéticos que se convocan para existir: vida-muerte, salud-enfermedad, luz-sombra, un mundo en donde difícilmente se puede excluir un polo sin sacrificar la realidad.
Pensar que la eliminación de lo negativo está a nuestro alcance o que es un hecho asépticamente alienable, es una errónea aspiración a la reconciliación universal. Es más, nos lleva a una velada deshumanización. Esta oposición hacia el mal, como algo que puede ser "amputado", o algo ajeno a nosotros mismos, impide sacar la faceta del mal inscrita en el bien y confunde el pensamiento. La humanidad está compuesta de ambos polos, hay que pensar en las dos caras, en sus grises intermedios. Incluso, la bondad absoluta es impensable en el humano, hasta el gesto más generoso puede tener su sombra de vanidad.
La falsa creencia del mal como algo a amputar limpiamente,  podría estar asistiendo a una peligrosa interiorización de lo negativo, a borrar el rostro oscuro del hombre, que es, por naturaleza, parte a revisar de sí mismo. Esto es un error en la medida en la que negamos una parte importante de lo que nos hace humanos. De esta forma, todos los aspectos negativos que intentamos borrar de nosotros mismos, al no encontrar un adecuado espacio para mostrarse, se interiorizan y es muy probable que irrumpan en violencia no controlada, que no se sabe gestionar, que se desconoce que se tiene, que asusta y que se muestra sin filtros ni contención alguna. Esta forma tóxica de canalización de esta parte negativa que habita en cada uno de nosotros puede convertirse en un hábito cotidiano de forma que hagamos un uso banal del mal.
La alternativa a la violencia no es la no-violencia, la historia nos da un amplio ejemplo de ello a través de las innumerables guerras que se emprenden en nombre de la paz. En lugar de la mera negación del mal, ha de incorporarse el debido reconocimiento de dichas facetas que se tienden a negar de manera sistemática. Ya que de lo contrario, en lugar de reducir la violencia, ésta retorna en la cotidianidad de forma más o menos encubierta.
Si podemos reconocer que el mundo complejo en el que vivimos contiene horror, injusticia, bondad, amor, pulsiones destructivas a la vez que creadoras de vínculos, entonces puede que lo peor no llegue necesariamente y podamos difuminar con mayor claridad las fronteras entre el bien y el mal. Puede que nos sea posible despertar a ese sujeto entumecido que reside en cada uno de nosotros, ese que libra con el mal cotidiano.

Fuentes:
-       Gilles Bibeau - XV Congreso Internacional Grupo Psicoterapia y Psicoanálisis - Granada  Octubre 2016
-       La Banalidad del Mal - Isabel Sanfeliu - Septiembre 2016 - Segpa
-       Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad liquida. - Bauman, Z. y Donskis, L. (2015)
Artículos relacionados:


lunes, 1 de agosto de 2016

Escritura versus teclado

Foto: Kreadis
Con el avance tecnológico, la necesidad de escribir y el antiguo énfasis en la enseñanza y práctica de la escritura han venido flexibilizándose hasta un punto en donde muchos niños y adolescentes la consideran innecesaria y cada vez son más las alternativas tecnológicas que la reemplazan (teclados tradicionales, teclados táctiles, manejo por audio…). Con todo ello, muchos se encuentran actualmente ante el dilema de qué decirles a sus hijos con respecto a si es mejor escribir a mano o con el teclado, o si darle mayor o menor peso a la escritura en el día a día de sus hijos.